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¿Los pajareros tenemos un patrón?

De entre quienes nos dedicamos a observar aves ¿a quién no le ha ocurrido que al terminar la actividad ha vuelto a casa y su familia le ha preguntado a ver dónde nos habíamos metido? Y es que observar aves es un disfrute que hace que se nos pase el tiempo “volando”. Es posible que creamos que esto es algo que nos ocurre desde hace pocos años, ya que ‘ver pájaros’ es una actividad lúdica que se ha extendido hace bien poco entre nosotros, sin embargo, indagando un poco en nuestra historia y nuestras leyendas podemos darnos cuenta de que no es un pensamiento acertado.
En una visita al Monasterio de Leire (un bello paraje navarro situado en la cara sur de la sierra homónima) pude hacer un descubrimiento que me llamó mucho la atención en este sentido, ya que me reveló la fascinación por las aves que existe desde antaño. Y este “descubrimiento” (personal) no es ni más ni menos que la Leyenda de San Virila, una historia extraordinaria que pude leer en un pequeño cartel situado en uno de los muros del interior del monasterio.

Monasterio de Leire visto desde las faldas de la sierra homónima; al fondo puede apreciarse el embalse de Yesa.

La leyenda cuenta que hacia el año 850 era Virila abad del monasterio y que una mañana primaveral decidió ir a caminar por los alrededores del mismo. Paseando llegó hasta un lugar agradable con una fuente en el que se detuvo y quedó obnubilado por el canto de un ruiseñor. Después de disfrutar de los gorjeos del ave decidió volver al monasterio, pero cuando llegó se dió cuenta de que nadie le reconocía… y es que habían pasado 300 años desde que abandonara el edificio y, entonces, debido a su ausencia y a pesar de una búsqueda sin éxito, lo dieron por desaparecido.

 Una imagen del interior del monasterio.

Aunque esta sea una leyenda que nos rememora a otras de origen celta existe un ápice de verdad en ella ya que Virila fue realmente abad del monasterio y se acredita su culto desde los días del rey Sancho el Mayor (1.004 – 1.035).

 Imagen de San Virila.

También podemos constatar la presencia de la fuente así como la existencia de ruiseñores en la zona, cuyo canto puede oírse por doquier, sobre todo en primavera.

En la actualidad nos queda la leyenda y también un paseo por un intrincado pero bello sendero que nos lleva hasta la fuente en que se cuenta San Virila quedara prendado por el ser alado. El lugar es además un magnífico ejemplo de bosque mediterráneo en las faldas de la sierra, un excelente rincón para observar aves tales como curruca carrasqueña, curruca mirlona, mosquitero papialbo, halcón peregrino, alimoche común y hasta quebrantahuesos, entre muchos otros.

El sendero que nos lleva hasta la fuente pasa a través de rincones que atesoran la magia del lugar.

Fuente de San Virila.

Más de una persona me ha preguntado alguna vez sobre quién era el patrón de los ‘pajareros’ y hasta ahora nunca había tenido respuesta, o si acaso respondía que no debía de existir, pero si algún santo o santa merecería serlo es este señor por demostrar tal pasión y sensibilidad ante semejante fenómeno natural como es el canto de las aves. Por informarme más sobre el tema pregunté sobre la fecha de celebración del santo, de San Virila, y para colmo ésta resultó ser el 3 de octubre… día que tradicionalmente el Día Mundial de las Aves, lo cuál es una ¡total casualidad! (¿o no?).
Pensamientos más frívolos me llevaron a pensar que si este hombre quedó prendado del canto de un ave tan común y que debía de oir a diario cientos de veces es porque el ave que escuchó no era un ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), nuestro ruiseñor autóctono, sino una especie diferente y, por supuesto, rara en el lugar como para que le llamara la atención y le prestara tamaña atención… ¿quizás un ruiseñor ruso (Luscinia luscinia)? ¿nos encontramos ante el primer indicio de una rareza en Navarra? Después, con una sonrisa, me sorprendo pensando en semejantes ideas alocadas y las achaco a mi deformación profesional o pasión desmedida por estos temas.

El caso es que a San Virila se le pasó el tiempo “volando”, como a tantos de nosotros… que llegamos a comer una hora más tarde de lo que nos habían convocado y entonces hemos de soportar las miradas de desaprobación de los comensales y comer sólos y con la comida fría o, peor, recalentada.

St. Virila was around the year 850 the abbot of the Leire Monastery, in Navarre. His legend tells that one spring day he went to the mountains and he spend some time listening to a nightingale singing near a spring. When he went back to the monastery nobody recognize him; 300 years were passed since he left the building. It seems that there is no patron saint for the birders, but Virila could be the one because of his passion for birds. Even if you’re no religious the site devices a visit because it’s a very good birding spot where you can find Subalpine Warbler, Orphean Warbler, Bonelli’s Warbler, Perehrine Falcon, Egyptian Vulture, Lammergeier and many other birds.