Varanger 2015: Taiga (1ª parte)
Varanger es, sin duda alguna, uno de los destinos más deseados por los pajareros europeos. Como dice la propaganda que promociona este lugar, se trata del destino ártico más fácilmente accesible. Yo no soy una excepción a este deseo y tenía situado a este lugar en mi lista de viajes a realizar en un futuro, pero al haber visitado ya el Ártico en otras ocasiones no estaba en una posición prioritaria. Sin embargo, el viaje se ha hecho realidad este pasado junio gracias a la invitación recibida por Swarovski Optik para participar en un viaje de presentación y testaje de sus innovaciones que tuvo como escenario esta península en el norte de Noruega (en este enlace puedes leer el artículo que recientemente escribí sobre dichos productos).
En el aeropuerto de Oslo nos dimos cita la mayor parte de los participantes en el viaje; gente relevante de Suecia, Estados Unidos, Italia, Alemania, Holanda, Reino Unido, Australia, Finlandia, entre otros. Entre ellos hay gente tan renombrada como Jan Södersved (editor jefe de la revista Linnut), Arjan Van Egmond (secretario de Dutch Birding Association) o Lars Svensson (quien no necesita presentación).
Durante cinco días recorrimos diversos ambientes y hábitats de la zona (taiga, tundra, costa…) de la mano de Tormod Amundsen y Kate Utsi, de la empresa Biotope, que es el motor del nuevo desarrollo del turismo ornitológico en la zona. Además de las aves, los paisajes, las gentes y el buen ambiente reinante en el grupo, uno de los aspectos más destacables de este viaje fue el de conocer la interesante experiencia en desarrollo de turismo ornitológico que se está llevando a cabo en este extremo norte de Europa. Desde hace algo más de 5 años Tormod, que además de guía y ornitólogo es arquitecto y diseñador, ha involucrado a la administración local y a diversos agentes de la zona (alojamientos, hosteleros, artesanos, pastores…) en una experiencia que hace que ir a pajarear a Varanger no sólo sea observar magníficas aves en increíbles escenarios, sino mucho más.
El primer día se fue en el viaje de ida y fue ya a la tarde cuando llegamos al pequeño aeropuerto de Kirkenes, situado casi en la frontera con Rusia. Sin perder mucho tiempo nos dirigimos al valle de Pasvik, en plena taiga. Por el camino vemos volar zorzales reales (Turdus pilaris) y chochas perdices (Scolopax rusticola), pero no tuvimos suerte con los carabos gavilanes (Surnia ulula) que decían podríamos encontrar posadas en algún poste. Esa “noche” (entrecomillo porque estamos en el Ártico y aquí en verano no anochece nunca) nos alojamos en el Birk Husky B&B, unas cabañas situadas con vistas a Rusia en la que nos ofrecen carne de reno para cenar en un pequeño edificio de madera estilo vikingo (con fuego abierto). En este alojamiento se dedican durante el invierno a las carreras y excursiones en trineo tirado por perros, pero en verano transforman su actividad a excursiones a pie para observar la fauna de la taiga: mamíferos como osos, glotones y alces y aves como las que vimos al día siguiente. En el exterior de las cabañas hay varios comederos para aves donde acuden lúganos (Carduelis spinus), pardillos norteños (Carduelis flammea flammea), pinzones reales (Fringilla montifringilla), carboneros sibilinos (Poecile montanus) y otros.
Al día siguiente realizamos un recorrido a pie por la taiga. Antes de llegar al lugar de paseo ya pudimos ver un búho campestre (Asio flammeus) vigilando desde su posadero y un par de lagópodos comunes (Lagopus lagopus). En el comedero situado en la cabaña al comienzo del sendero que recorrimos fuimos viendo como llegaban los paseriformes anteriormente mencionados y dos de los que más esperábamos: un carbonero siberiano (Poecile cinctus) y un precioso macho de camachuelo picogrueso (Pinicola enucleator). El paseo, por un paisaje irreal de coníferas y suelos pantanosos, estuvo acompañado por mosquiteros musicales (Phylloscopus trochilus) y bisbitas pratenses (Anthus pratensis)… Un poco más adelante dimos con otro pájaro que deseábamos ver, el arrendajo funesto (Perisoreus infaustus) que estuvo un buen rato dejándose ver. Sin embargo el pelotazo del día fue una sorpresa inesperada: mientras caminaba junto a Lars Svensson escuchamos un canto diferente y él me dice “¿Sabes qué canto es ese?” Sonaba a un mosquitero común bastante extraño y completamente nuevo para mi. Al ver mi cara de “¿eing?” Lars dijo “¡Es un Phylloscopus collybita tristis! ¿Qué hace aquí ahora? Debería estar 800 kilómetros más al oeste”.
Por la tarde nos dirigimos al fiordo de Varanger con alguna parada para observar aves marinas y acuáticas en Nesseby, donde vimos ostrero euroasiático (Haematopus ostralegus), chorlitejo grande (Charadrius hiaticula), falaropos picofinos (Phalaropus lobatus), págalos parásitos (Stercorarius parasiticus), charranes árticos (Sterna paradisaea), gaviones atlánticos (Larus marinus), gaviotas argénteas (Larus argentatus), gaviotas tridáctilas (Rissa tridactyla), eíderes comunes (Somateria mollissima) y varios delfines de hocico blanco (Lagenorhynchus albirostris), entre otros. Poco después vimos también algunos correlimos de Temminck (Calidris temminckii), ave común en la zona.
Llegamos a dormir en Vadsø, principal población de la zona, donde nos alojamos en el Vadsø Fjordhotell, también conocido como Birdwatchers Base Camp (el Campo Base de los Pajareros), donde nos sirvieron una deliciosa cena a cargo del chef Tol Emil Sivertsen.
Para acabar la jornada aún vimos bisbita gorgirrojo (Anthus cervinus) y eider real (Somateria spectabilis) cerca del hotel.
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